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Mientras anoche visionaba las noticias y los programas de debate en las distintas cadenas de televisión, nuevamente se me vino a la mente las conclusiones de la lectura del clásico “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo (ya sabes de donde viene el vocablo “maquiavélico” = falta de escrúpulos), recomendado por una compi de Derecho: análisis del funcionamiento del Estado (el fin justifica los medios). Como observarás, planteamientos tremendamente actuales.
Para no ser pesado, me centro esta mañana sólo en la parte donde el autor trata las condiciones de los gobernantes: ser temido, ser tacaño… En síntesis todo lo contrario de las cualidades estimadas por los votantes. ¿Entonces, qué hace el mal político de turno en el gobierno? Muy sencillo, aparentar la virtudes que se supone debe tener, pero cultivándolas escasamente, sólo lo justo y estrictamente necesario para seguir vendiendo la moto.
En relación a los perfiles de los gobiernos, razona dos: aquéllos concurridos por siervos, donde el príncipe tiene más supremacía, y el compuesto por ilustres, nobles, cómodos de prevaricar por su continua insatisfacción; el consejo al gobernante es recordar que no puede cambiar a todos sus súbditos. Termino recomendando su lectura para este verano (Imagen de Maquiavelo. Fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Johnhain en pixabay.