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Ya en faena, derivamos la conversación hacia el capital que proviene del Medio Oriente, invertido en multitud de proyectos y en multitud de países. Mientras los estamentos políticos y económicos aplaudieron la inversión del jeque, a algún malaguista no le gustó que entrara este tipo de dinero extranjero. Y es que nadie da duros a cuatro pesetas. Que luego llega el puerto de Marbella, el de San Andrés, proyectos lúdicos... En fin, deseo fervientemente que todo esto sea bueno socialmente para Málaga. Lo que sí está claro es que este flujo de capital inquieta no sólo a los boquerones, sino también a una parte de las jerarquías locales.
En mi opinión, el dinero de esa región conflictiva está construyendo la infraestructura para una economía diferenciada, disponiéndose para el día de mañana, cuando irremediablemente el surtidor de petróleo deje de fluir. Por su parte, los representantes de estos capitales, con el number one a la cabeza, intentan poner en valor la posibilidad de contar con inversores discretos que invierten a medio y largo plazo. Sólido argumento al que le pongo un “pero”, duda o reflexión: ¿Estos equipos directivos cuentan con suficiente experiencia en la administración de proyectos empresariales de multitud de sectores y ámbitos territoriales? Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.