En el año 2003, post “En la bicicleta de tu ser”[1], te confesaba que anhelaba el instante en que tuviera que enseñarle al, entonces, proyecto de retoño a montar en bici. Pues bien, en estos días ese momento ha llegado. Reconozco que al principio lo pasé muy mal, porque no notaba ningún progreso y, claro, la sincera autocrítica me asignaba todas las papeletas de que no estaba enseñando bien.
Es significativo no perder los papeles. Tener paciencia y dar seguridad. Aspectos como la altura del sillín, la posición de la espalda, la mirada al frente, estar protegido con adecuado blindaje o cómo utilizar los frenos, son sumamente importantes. Evidente-mente, lo más complicado es que aprenda a mantener el equilibrio. Paciencia. Primero, ejercitarlo en el arranque. Le he enseñado poniendo un pie en el pedal, que tiene el suficiente ángulo para el esfuerzo inicial de puesta en marcha, y el otro pie en el suelo.
En cuanto a la velocidad, le es más difícil mantener el equilibrio si se desplaza lento que si va más alegre. Si se protege con guantes, cascos, rodilleras… no hay que tener miedo a las caídas. Uno de los porrazos más comunes es cuando se dispone a dar una vuelta o cambia de dirección. Para sortear los inevitables golpes, tumbos y batacazos, hay que orientarle para que perciba las dificultades que tiene delante, deje de pedalear, apriete el manillar y decida qué dirección coger. De pronto, sin que te des cuenta, está avanzando, primero como un pato mareado, luego cada vez mejor, hasta que se te escapa. Meditas, que a la vuelta de la esquina del tiempo, estará pedaleando solo por los caminos de la vida. Te dejo una foto ¡Vaya profe! Si quieres más, clickea AQUÍ.
____________________________________
[1] Velasco Carretero, Manuel. En la bicicleta de tu ser. 2003. Sitio visitado el 02/11/2011.