Me escribe María sobre la “proactividad”, concepto que utilizo bastante y, a veces, incorrectamente, pero hoy más que nunca necesitamos ser proactivos para salir de esta crisis económica y social que nos ahoga. La primera vez que leí la palabra fue hace un porrón de años, a principios de la década de los noventa del siglo pasado, en el texto “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas”, donde mi respetado Covey lo utiliza como su principio fundacional. El término proactividad procede del latín, «pro», raíz latina: pro-, que significa ‘antes de’, y «actividad», que significa ‘facultad de obrar’, ‘diligencia, eficacia’, raíz latina: activitas, activitatis. Fue acuñado por Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió a los campos de concentración, en su libro Man's Search for Meaning (El hombre en busca de sentido, 1946). Stephen R. Covey lo difundió a través de sus libros y métodos. Piensa que la conducta individual es función de las decisiones propias y no de las condiciones.
Me recuerda María que ser proactivo no significa actuar deprisa, de forma caótica y desorganizada, dejándose llevar por los impulsos del momento. Las personas proactivas no son agresivas, arrogantes o insensibles. Siempre suceden muchas cosas a tu rededor, pero tienes la capacidad de elegir cómo reaccionar ante esos estímulos y centrar tus esfuerzos en el círculo de influencia, dedicándote a los temas en los que puedes aportar valor. Más que nada es una actitud en la que yo asumo el control de mi conducta de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer mi libertad de elección sobre las circunstancias del contexto. Te dejo un vídeo, subido a Youtube por pacorupit, con unas imágenes e ideas para ser una persona proactiva (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: rvs/2020.