Más de una práctica voy a necesitar para ser aspirante a venenciador. Ayer, por la mañana, estuvi-mos trabajando este arte, tutorizados por la contacto y experta Sandra.
Extraíamos vino del imaginario barril, elevando la venencia sobre nuestras azoteas. Una vez suspendida en la mente, el grácil recipiente dejaba trasegar el vino, cortando el aire cual jabalina experta.
Después, enfilaba el fino manantial la boca del catavino, no sin antes quedarse un valioso e insignificante instante en vilo, jugando con el aura del emocionado aprendiz a diestro en la varilla. Te dejo una foto con un momento de la práctica.