En la actual situación económica y social que vivimos, me huelo que muy pocos directivos y empresarios sabrían explicar en breves frases, cual es la línea estratégica de su negocio o actividad empresarial. También me lo pregunto en relación a los técnicos y resto de funcionarios de la administración pública. Mucho menos la clase política.
Realizaba esta reflexión ayer, mientras terminaba de repasar el penúltimo borrador de un plan de reestructuración empresarial y leía la definición, redactada por uno de los colaboradores, de la meta que se esperaba lograr en una de las hipótesis comerciales, a modo de necesaria declaración de estrategia.
¿En qué compromisos incurría el inversor para conseguir esos objetivos? ¿Está dispuesto el ejecutivo a que la rentabilidad pase a un segundo lugar? ¿y los pequeños clientes? etc. En estos momentos de presunta incertidumbre, es vital definir, de manera sincera y continua, el horizonte estratégico de la empresa (imagen de la Wikimedia Commons). Imagen incorporada posteriormente; fuente: propia.