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Esperando que el semáforo me permitiera seguir, observé
[1] una ceremonial fila de personas emperifolladas, con todas las papeletas para asistir a una boda. Me pregunté: ¿Cuánto se gasta directa e indirectamente en ese día, la luna de miel y los regalos? Imagino lo que piensa el dios Dinero, pero me gustaría saber qué responderían, si levantaran la cabeza, Jahvé, Buda, Jesús, Mahoma o cualquier otro decente ídolo adorado en el insignificante tiempo, en comparación con otras especies, que los humanos habitamos la Tierra.
Hace un año, aproximadamente, se escribía en Knowledge Wharton, To Love, Honor, Cherish and Consume: The Selling of the American Wedding, sobre el libro "Un día perfecto: La venta de la boda americana", de la periodista Rebecca Mead, donde revela que los americanos suelen gastar enormes cantidades de dinero en la celebración de ese preciado día. Después de estudiar a fondo el negocio, Rebecca llegó a la conclusión que las bodas han perdido el inicial y ancestral sentido de compromiso sagrado y eterno,
- Vivimos en una época donde se acepta el sexo pre-marital, la cohabitación…- y la pareja ha adoptado el papel de vestir de significado al hecho mismo, para demostrar estatus y riqueza, invirtiendo ingentes cantidades de dinero, para alegría de las economías de escala. No pienses que eso sólo sucede en EEUU. No. Es un fenómeno de hipocresía global (Imagen del intercambio de anillos entre los novios; fuente: Wikimedia Commons). Post actualizado. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Ayer, sábado por la tarde, en la acera de una céntrica calle malagueña.