Hace unos días, leía al contacto de mi networking, Miguel Ángel Heredia, en varios medios locales, acerca de la propuesta de congelación de los sueldos de los cargos políticos españoles, en los ayuntamientos gobernados por su partido (ver búsqueda parcial). La idea me pareció, cuando menos, digna de estudio y en la línea de todos arrimar el hombro ante la recesión económica, en la que llevamos ya unos meses inmersos. No sólo nos tenemos que ajustar el cinturón los que trabajamos en los sectores privados, pensé, la Administración Pública y la Política también dan ejemplo. Sin embargo, ayer leí en varios medios que los funcionarios van por otro camino –El País: El sueldo de los funcionarios subirá más del 3% en 2009 – .
Imagino que sus justas y respetadas razones argumentarán, más aún si se tiene el visto bueno de los Sindicatos y del Gobierno: Bueno, más que visto bueno, diríamos que es en base a lo acordado hace dos años, en 2006, cuando el horizonte económico y social era otro. Desgraciadamente, el marco de 2009 es de color gris, por no catalogarlo de negro. Reitero, sus derechos tendrán, pero a los ojos de los demás, quizás por falta de información o por no haber explicado suficientemente el contexto de la subida, como que suena desafinada la nota. Aparentemente, incluso los políticos han dado muestras de distinta, y más cercana, sensibilidad.
Mientras, las listas del paro suben diariamente y muchos de los sueldos de los sectores privados, con o sin justificación, dependiendo del caso, menguan aceleradamente cada día, acercándose, nuevamente, al triste intervalo "mil-euristas a seiscientos- euristas", y no hablaré hoy de la presuntamente desproporcionada, indiscriminada y tercermundista explotación de los becarios, trabajadores en prácticas y tercera edad (Imagen de la Wikipedia: El funcionariado bizantino. Atención al látigo que lleva el sargento. La Virgen y San José se registran para el censo ante el Gobernador Quirinio, mosaico 1315-20). Imagen incorporada posteriormente; fuente: Tumisú en pixabay.