sábado, 26 de julio de 2008

¿Compromiso superficial?

Buenos días. A estas horas del alba en Málaga (España), ¿qué tal estás? Deseo que, estés dónde estés, haciendo lo que hayas elegido libremente, estés bien. En mi caso, no debo quejarme. No es que esté ganando euros a espuertas, ajustado estamos; o que la actividad empresarial vaya a las mil maravillas, te engañaría si te dijera lo contrario -recuerda, que lo de seguir las instrucciones de Madre Teresa de Calcuta, actualmente, con la recesión que tenemos, es laborioso, pero no me amilano-. Podría seguir enumerando aspectos negativos, pero es tiempo de resaltar lo positivo. Tengo “haberes” importantes. Me siento cada día un poquito más a gusto en mi andar por la vida, aunque me faltan años luz para conseguir el ”ideal” perseguido; las personas con las que me relaciono son ricas en lo profesional y, percibo, en lo personal, contabilizando un gran respeto por ellas, ya sea un político, representante de una institución, directivo, mando intermedio, auxiliar, un contacto de networking o Pedro, el conserje del edificio de oficinas donde laboro, que todas las mañanas me ofrece un saludo y una sonrisa (gracias, Pedro).

Hoy, quiero comprometerme con algo que, probablemente, lo catalogues de superficial, podría ser, pero creo me vendrá bien en el aspecto de la salud y, por derivación, en lo profesional, lo personal y lo espiritual. Tengo unos kilos de más, aproximadamente diez, y hay que rebajarlos, pero sin dietas ni machaco en el gimnasio. Debo ajustar mi peso a través de vida sana y armonía. No, familia, no estoy diciendo que practique costumbres insanas, no, sólo que es necesario reducir los excesos culinarios, regular el consumo alimentario, integrar el saludable ejercicio, seguir disfrutando de la vida y reír, siempre reír. Por eso, te dejo la foto que me hicieron de la intervención en una asamblea general de una organización empresarial, hace doce años, cuando tenía cara de pito y diez kilos menos, si bien, reconozco, que no disfrutaba de ese déficit de grasa, como en la actualidad, que, en parte, me deleito con el lastre de más. Deseo que, dentro de unos meses, pueda presentarte una nueva imagen, con un peso más acorde con la vida que me ha tocado vivir y, al menos, en la misma órbita mental de pensamiento (como el chiste: Madrecita mía, déjame como estaba).