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Igual me estoy engañando a mí mismo, pero en lo que al trabajo se refiere, además de procurarme sustento, lo quiero considerar como un aporte de valor al tejido económico y social de mi ámbito territorial y sectorial de actuación. Indudablemente, si no necesitara laborar, el enfoque probablemente variaría, si bien, espero que no se desterrara de mi mente el concepto “aporte de valor” o “justo retorno” a la sociedad.
Lo que también entiendo, pero me cuesta digerir, son planteamientos como el que te cuento a continuación. A mediados de mayo, me invitó un potentado amigo para que le acompañara a finales de junio, a un seminario en Madrid (España), relacionado con el consumo de los ricos, el preceptivo marketing y, en síntesis, toda la parafernalia que envuelve a ese mundo. ¿Qué se me ha perdido a mí en ese sitio?, le pregunté. No nado en la abundancia y esa potencial clientela no creo que sea mi público objetivo. Evidentemente, estoy en otra órbita mental y física.
Junto a las noticias de crisis, desaceleración y recesión, leo en los medios que el número de millonarios aumenta en España y en el mundo. Entonces: ¿Más ricos, menos pobres? Iluso de mí. Habrá más ricos, pero lo que no cabe duda es que la pobreza se acrecienta por segundos y en época de vacas flacas, ya sabes quienes son los únicos que padecen la carestía. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: geralt en pixabay.