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Reclama el querubín atención. Me pongo a su nivel y le digo: “Después, ahora estoy escuchando a Juan Carlos”. “Mira, Juan Carlos, como mi compañero de clase al que la Seño llama PINKI”. Respondió, quedándose un rato mirando la pantalla del televisor, con una sonrisa en su cara. Esta mañana no me siento monárquico ni republicano, ni de derechas ni de izquierdas, ni del norte ni del sur, ni rico ni pobre, ni de los extremos ni del centro, ni nacionalista ni separatista. Hoy me siento PINKEISTA (foto de Wikimedia commons).