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Probamos con un centro, cerca de nuestra casa, pero, pasado el primer mes, no nos dio las suficientes vibraciones positivas. Teníamos en el punto de mira otra escuela, que nos pillaba de camino y que nos la recomendó el verano anterior una familia en la playa. Hablamos con la responsable y tuvimos suerte porque quedaba una plaza libre. Ayer fue el último día. Recogí al querubín y sería la hora, el calor o yo que sé, pero un poco de tristeza pululaba en el ambiente íntimo. Por motivos profesionales, el curso pasado estuvimos dos meses en Granada y cortó el tiempo de estancia, pero este año ha asistido prácticamente todos los días y hemos notado una progresión mayor en el aprendizaje así como una conexión distinta y más proactiva con su seño.
Además de un amplio y bonito edificio de juegos ¡las bolas!, la escuela tiene un interesante abanico de actividades complementarias (granja, escuela de padres, etc.) y un evento final que vuelve locos a los progenitores, ya que tenemos que confeccionar varios trajes. El año pasado fue en el teatro Alameda y este año ha sido en el hotel Torrequebrada. Bien, podría seguir y seguir. Sí, en el cómputo global somos unos padres satisfechos con Don Pablito y desde este modesto sitio, agradecemos la profesionalidad con la que han trabajado. Creemos que en este tiempo nuestro retoño “ha jugado” y “ha aprendido”, si bien el resultado final de su labor se verá en el resto de la vida del niño. Gracias a todos/as. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.