miércoles, 1 de agosto de 2007

Don Pablito

El juego es la manera de aprender de un niño de tres años, para sí mismo. Ensaya y cuando no consigue el objetivo, la frustración le empuja a descubrir cómo hacerlo y cuando lo consigue siente emoción por el logro. Los padres debemos limitarnos a admirarlo y aprobarlo, pero no a empujarlo. Cuando escogimos la escuela infantil, procuramos seguir esa filosofía.

Al nacer el retoño reajustamos nuestra actividad profesional. El riesgo a la incertidumbre económica, consecuencia de esa reducción significativa de la intensidad profesional, se compensaba con la oportunidad de estar tiempo de calidad con nuestro hijo. Con dieciocho meses, decidimos que era el momento de la guardería (se nos empezó a acabar la excusa para trabajar poco, ¡ja!)

Probamos con un centro, cerca de nuestra casa, pero, pasado el primer mes, no nos dio las suficientes vibraciones positivas. Teníamos en el punto de mira otra escuela, que nos pillaba de camino y que nos la recomendó el verano anterior una familia en la playa. Hablamos con la responsable y tuvimos suerte porque quedaba una plaza libre.

Ayer fue el último día. Recogí al querubín y sería la hora, el calor o yo que sé, pero un poco de tristeza pululaba en el ambiente íntimo. Por motivos profesionales, el curso pasado estuvimos dos meses en Granada y cortó el tiempo de estancia, pero este año ha asistido prácticamente todos los días y hemos notado una progresión mayor en el aprendizaje así como una conexión distinta y más proactiva con su seño.

Además de un amplio y bonito edificio de juegos ¡las bolas!, la escuela tiene un interesante abanico de actividades complementarias (granja, escuela de padres, etc.) y un evento final que vuelve locos a los progenitores, ya que tenemos que confeccionar varios trajes. El año pasado fue en el teatro Alameda y este año ha sido en el hotel Torrequebrada.

Bien, podría seguir y seguir. Sí, en el cómputo global somos unos padres satisfechos con
Don Pablito y desde este modesto sitio, agradecemos la profesionalidad con la que han trabajado. Creemos que en este tiempo nuestro retoño “ha jugado” y “ha aprendido”, si bien el resultado final de su labor se verá en el resto de la vida del niño. Gracias a todos/as.