Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
La amable Antonia y su marido Pepe, me trasladaron en la playa un truco para limpiar la plata de pequeños utensilios. Cuando pude conectarme a la Red, confirmé dicho apaño en varias páginas web. ¡Ah!, la sabiduría doméstica. Luego, forré con papel aluminio el interior de un vaso ancho, llenándolo con agua caliente y disolviendo una cucharada de sal. Seguidamente, introduje una de las insignias de la Federación[1] y la dejé unos minutos, para que los iones de cloro de la sal oxidaran la superficie del aluminio y la plata sulfurada se redujera en plata metálica.
Mientras esperaba la consecuencia de la reacción química, meditaba sobre lo lejos que resultaban esos años de convivencia con un grupo de buenos profesionales, decentes líderes políticos y proactivos empresarios. Sólo subsisten un puñado de buenas experiencias y unos cada vez más extraños distintivos, insignias, placas y otros atributos de reconocimiento, ennegreciéndose y cogiendo polvo en las vitrinas del salón. ¿Dónde están las personas que hicieron posible ese remar asociativo y empresarial? En la vida, seguro. En mi mente, al caer la tarde.
Finalmente, sequé el emblema con una servilleta de papel y le di brillo con un paño de cocina. El recuperado centelleo del metal iluminó el rincón de la mente donde duermen esos emotivos recuerdos, permitiéndome distinguir con claridad, y por un instante, las fisonomías de sus protagonistas. Un fuerte abrazo a todos/as. Vía Sabercurioso llego a un vídeo que recoge el procedimiento que he seguido en la limpieza de plata (subido a YouTube por Neteperimente). Fuente de la imagen: mvc archivo propio.