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Llegó una reestructuración en su querida organización y varios de sus amigos le aconsejamos que se tirara a la piscina, que no se estaba tan mal y que era mentalmente joven y podía aprender a nadar de nuevo. Con la arenga emocional que le dimos, se lanzó. Lo pasó realmente mal, pero cuando cambió el chip de mono – verticalidad, es decir, una empresa para toda la vida y subiendo puestos, a pluri – lateralidad, en el sentido de cambiarse a otra u otras empresas y promocionarse horizontal y lateralmente, poco a poco fue sacando la cabeza y empezó a respirar de nuevo.
Su especialización inicial le sirvió de catapulta para avanzar y venderse, pero en otras empresas. Asimismo, su capacidad de adaptación a las tecnologías existentes y la cada vez más rápida asimilación de nuevos conceptos y soluciones, han hecho de él un renovado profesional, puede que más sólido que el diplomado que conocí. El arroz que preparé, el vino blanco Marqués de Cáceres que abrimos, la épica victoria de Fernando Alonso y, sobre todo, la familia y la compañía del amigo, hicieron del domingo un nuevo día especial[1].
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