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Me compré el libro “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman en 1996, texto que lo he visto en la estantería de más de un alto directivo. Posteriormente, agencié ”Práctica de la Inteligencia Emocional” del mismo autor – sugiero sólo el segundo -, pero he sido consciente ahora que ya en el año 1905 Alfred Bidet intentó medirla y en 1920 E. L. Thorndike hablaba de “inteligencia social” y D. Wechsler en 1943 hablaba de la "adaptabilidad social". En la década de los noventa, Howard Gardner debatía en torno a “inteligencias múltiples", Reuven Bar-On sobre “coeficiente emocional (CE)” y M. Salovey y J. Mayer en 1990 trataron por primera vez la “inteligencia emocional”. Digamos que Goleman democratizó o difundió el concepto. Hay un texto que me regalaron en 1997, “Estrategia Emocional para Ejecutivos”, de Robert K. Coope y Ayman Sawaf, que me gustó bastante. El término inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Está basada en cinco elementos: la conciencia de uno mismo, la motivación, el autocontrol, la empatía y la capacidad de relación.
En la actualidad, el empresario, además de las competencias técnicas concretas de cada puesto, busca capacidad de escuchar y de comunicarse; adaptabilidad y respuesta creativa ante los contratiempos; control de sí mismo, confianza y motivación para trabajar; eficacia grupal, cooperación, habilidad para negociar; participación activa y potencial de liderazgo. Nos enfrentamos con un entorno cada vez más turbulento, impredecible y agitado, con cambios muy rápidos y profundos, dentro de procesos de transformación vertiginosos que afectan a todos los ámbitos sociales, dentro de un ambiente altamente competitivo. Las interacciones que mantenemos en el trabajo son de la misma índole que cualquier otra relación de nuestra vida y, en consecuencia, en ellas también intervienen nuestras pasiones. Son pocas las empresas que se cuestionan hasta qué punto crean estrés, la tendencia es culpabilizar a la “víctima”. Sin embargo, a través de la IE, se insufla espíritu de logro, economía de colaboración y se construye con integridad. Cuanto más complejo sea un trabajo, mayor es la importancia de la IE. Saludos (Formato de texto cambiado posteriormente. Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing.