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La dimensión ambiental ocupa un lugar central, analizando el impacto de las decisiones urbanísticas y buscando soluciones que promuevan la sostenibilidad. La tecnología, con sus herramientas de análisis y representación, también forma parte de este aprendizaje, permitiendo visualizar y gestionar la información territorial de maneras cada vez más sofisticadas. Desde la óptica del Derecho Administrativo Urbanístico, la formación se vuelve aún más importante, puesto que el estudiantado debe comprender que cada propuesta de diseño, cada plan de desarrollo, se inserta en un entramado legal complejo, aprendiendo sobre la potestad de planeamiento de las administraciones públicas, que les permite definir el modelo de ciudad; sobre la gestión urbanística, que implica la ejecución de esos planes a través de instrumentos como la expropiación o la reparcelación; y, por supuesto, sobre la disciplina urbanística, que vela por el cumplimiento de la legalidad y establece el régimen sancionador ante las infracciones. Entender los límites y las posibilidades que ofrece la ley es indispensable para que sus proyectos sean viables y respetuosos con el interés general. Se les enseña a navegar por un laberinto de normas, licencias y permisos, a comprender los derechos y deberes de los propietarios y promotores, y a manejar los recursos administrativos que garantizan la legalidad de las actuaciones, formación que no se limita a la adquisición de conceptos, busca desarrollar en el alumnado una capacidad crítica para analizar los problemas urbanos, una habilidad para proponer soluciones creativas y factibles y la destreza para negociar y comunicar ideas complejas.
Ciertamente, el urbanismo es una labor de mediación entre intereses diversos, y la universidad debe preparar para esa realidad, fomentando el pensamiento sistémico y la capacidad de percibir cómo las distintas piezas del puzle urbano encajan y se influyen mutuamente, siempre con la mirada puesta en el marco jurídico que las sustenta. Por otro lado, los programas de estudio deben combinar la teoría con la práctica, trabajando el alumnado en proyectos reales o simulados y enfrentándose a retos que van desde la rehabilitación de barrios históricos hasta la planificación de nuevas áreas de crecimiento, lo que les posibilita aplicar los conocimientos adquiridos y desarrollar un sentido práctico de la profesión, comprendiendo que cada decisión urbanística tiene consecuencias tangibles en la vida de las personas y en el equilibrio del ecosistema, decisiones que están intrínsecamente ligadas a un marco legal que las habilita y las limita. En ese empeño por construir un futuro mejor para los entornos habitados, la formación universitaria en urbanismo, con una sólida base en el Derecho Administrativo Urbanístico, se posiciona como pieza pedagógica y didáctica importante, preparando a profesionales capaces de abordar los retos de las ciudades del siglo XXI, promoviendo espacios más equitativos, eficientes y habitables para todos y siempre, siempre, dentro de los cauces de la legalidad y la justicia. Finalmente, dedico este texto a la firma y a la institución que han contactado (Muchísimas Gracias por la propuesta), así como a todas las personas que directa o indirectamente trabajan en el sector o se dedican a la docencia sobre urbanismo. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2003). El Urbanismo en el Aula. Sitio educación, Formación y Empleo. Sitio visitado el 23/05/2025.