martes, 8 de noviembre de 2022

Se busca, vivo o muerto

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Ordenando álbumes de fotos, sobresalió la que te dejo en el encabezado, con un cartel ofreciendo por la cabeza de mis “años mozos”, la fabulosa cantidad de tres mil dólares, eso sí, “vivo o muerto”. La instantánea me recordó el origen americano que se le atribuye a los whistleblower, nada menos que en el Viejo Oeste, con aquellos cazarrecompensas y toda la parafernalia de denuncias que los rodeaba, sobre todo la compensación económica, con el premio a toda persona que orientara acerca del paradero del “susodicho”, objeto de busca y captura. De ahí se pasó al ethical resister, hasta la figura actual del compliance officer, reforzando su ordenamiento con las famosas “false claim act” (acto de reclamación falso).

En el sitio Compliance, texto La protección del whistleblower[1], recogía el establecimiento de términos generales del perfil del denunciante por parte de la investigadora Beatriz García Moreno, apuntados en “Whistleblowing y canales institucionales de denuncia”[2], como “la persona que revela información negativa sobre una organización (pública o privada) con la que, generalmente, tiene alguna vinculación, lo que le permite tener un mayor conocimiento sobre sus prácticas y su personal”. Según Beatriz, “la experiencia demuestra que los sistemas de de­nuncia que tradicionalmente mejores resultados han obtenido son aquéllos que ofrecían recompensas económicas a cambio de la información".
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[1] Velasco Carretero, Manuel. La protección del whistleblower. Sitio Compliance. 2016. Visitado el 08/11/2022.
[2] García Moreno, Beatriz. “Lección VII - Whistleblowing y canales institucionales de denuncia”. En: Manual de cumplimiento penal en la empresa. Nieto Martín, Adán (ed.) (pp. 205-230). Valencia: Tirant lo Blanch. 2015.