lunes, 12 de julio de 2021

Reminiscencias filosofales en soporíferas tardes

Fuente de la imagen: archivo propio
Caluroso fin de semana en mi ámbito territorial de actuación, si bien no tanto como predijeron los televisivos expertos del tiempo. Pero es lo que hay y los que vivimos en “el “Sur” de la canción de la extinta Raffaela Carrà, tenemos que acostumbrarnos a estos “subidones de temperatura”. Pues bien, si eres follower de este sitio sabes que en periodo estival, la somnolescencia de las soporíferas tardes de verano, propicia reminiscencias filosofales, cuando no "sueños lúcidos", es decir, espontáneas pesadillas, alucinaciones o ensueños, siendo en todo momento consciente de estar divagando o meditando. Así que procuro acercarme a la filosofía en general y la presocrática, socrática, platoniana y aristotélica, para ver si de una vez por todas entiendo reflexiones socráticas como “solo sé que no sé nada”.

Y en esa línea, en el fin de semana pasado he estado “re-hojeando” el clásico “Fedón”, de Platón, que lo tengo repetido en dos ediciones, una en el compilatorio “Apología de Sócrates, Critón, Fedón”[1] y otra como Fedón[2], ambas traducidas por Violeta García Morales. Expresan los entendidos que el texto es una de las obras cumbres del filósofo, si bien de las menos difundidas, donde su maestro, Sócrates, en el último día de su vida, reflexiona sobre la inmortalidad del alma, la moral, la reencarnación, la teoría de la reminiscencia y la generación de las ideas, parcela esta última, la generación de las ideas, que me interesa especialmente. Parte de esta reseña se ha editado también en el sitio book—post, bajo el título Fedón. Fuente de la imagen: archivo propio.
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[1] Platón. Apología de Sócrates, Critón, Fedón. 1999. Edicomunicación.
[2] Platón. Fedón. 1995. Edicomunicación.