lunes, 12 de abril de 2021

No hay nada más práctico que una buena teoría

Fuente de la imagen: archivo propio
En “Tréboles, amebas y telas metálicas”, te referencié a Henry Mintzberg y su texto “Mintzberg y la Dirección”[1], profundizando en el estadio organizativo denominado “ameba”, originado cuando las organizaciones misioneras superaban determinado tamaño y no podían relacionarse sus miembros unos con otros, tendiendo a dividirse, formando enclaves, réplicas automáticas de la unidad inicial, basadas en la misma ideología y que el autor comparaba con la imagen de esos protozoos cambiantes que carecen de pared celular. Este término lo siguió trabajando Henry en otros libros, como “La estructura de las organizaciones” (1979) o el “Diseño de las organizaciones efectivas” (2000), donde identifica cinco componentes esenciales de una organización: cúspide estratégica, línea intermedia, núcleo operativo, tecnoestructura y staff de apoyo.

Pues bien, en el fin de semana pasado he estado rehojeando “El proceso estratégico”[2], escrito conjuntamente con James Brian Quinn y Sumantra Ghoshal. Apunta Zulima Fernández[3] en el prólogo que el estudio de la dirección estratégica ha evolucionado mucho desde su aparición, allá por los años cincuenta del siglo pasado, acumulándose en el transcurrir del tiempo un cuerpo sustancial de conocimientos sobre formulación y puesta en práctica de estrategias, reforzado sustancialmente por estos autores con su reconocimiento de múltiples enfoques, incluso contradictorios, y que califican de eclecticismo[4], relacionados con los procesos estratégicos, planteamientos que pretenden dar un vehículo de expresión. Entiende Zulima que se presenta un modelo integral del proceso estratégico, al incluir estructura, sistema, cultura, poder y otros aspectos de formulación y descripción estratégica.

Para terminar, confesarte que me encanta lo que Ghoshal, Quinn y Mintzberg entienden por la “teoría”, no considerándola como algo “sucio”, ni se disculpan por hacer de ella un componente principal de su texto, reconociendo que para algunas personas teorizar pueda significar “no tener los pies en la tierra” o “ser poco práctico”, pero se alinean con los que piensan que “no existe nada tan práctico como una buena teoría”. Creen que sin la teoría, que son un poco como sistemas de catalogación bibliográfica, el mundo sería algo confusamente imposible. Sentencian que la teoría permite almacenar y acceder cómodamente a las propias experiencias, así como a las de los demás. Parte de este texto también se ha editado en el sitio book—post, bajo el título “El proceso estratégico”. Fuente de la imagen: archivo propio.
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[1] Mintzberg, Henry. “Mintzberg y la Dirección”. Ediciones Díaz de Santos. 1991.
[2] Mintzeberg, Henry; Quin, James Brian; Smantra Ghoshal. El proceso estratégico. Ed. Prentice Hall Iberia. 1999.
[3] Fernández, Zulima. Catedrático de Organización e Empresas de la Universidad Carlos III de Madrid.
[4] Según Fernández, el eclecticismo es una de las señas de identidad de Mintzberg desde que trataba de abordad toda la riqueza y variedad que se esconde tras el término estrategia.