Fuente de la imagen: cocoparisienne en pixabay |
Recibí videollamada telefónica de un respetado y querido profesor de la Universidad de Málaga (UMA), con el que había estado intentando contactar días atrás para ver cómo se encontraba. Después de tranquilizarme respecto a su salud (me alegro mucho, Maestro, cuídese), estuvimos charlando largo y tendido de los temas que más le apasionan, entre los que se encuentra la sostenibilidad o la docencia. En determinado momento me comentó “Te acuerdas, Manolo, cuando en una reunión del Consejo del Departamento de Derecho Civil, Derecho Eclesiástico del Estado y Derecho Romano de la UMA se te ocurrió trasladar tu opinión en relación a la universidad on line y además de que varios miembros te clavaron su mirada, hubo uno que vociferó: ¡Bah, la Universidad del Aire! ante el silencio cómplice del resto de los que allí estábamos".
Efectivamente, Maestro. ¿Y con lo de la #cuarentenatotal qué dirán? Esa experiencia ya la recogí en el texto “Orgulloso y Agradecido”. Casi sin darme cuenta, llegué a la segunda década de este siglo, con la necesidad de “resetearme” nuevamente para seguir siendo competitivo en la selva de cemento y seguir trayendo con deontología, ética y moralidad “recursos al hogar”, decidiéndome por la universidad en Internet, debido a que estaba trabajando y tenía responsabilidades familiares, por lo que era complicado asistir a las clases presenciales. Casi sin darme cuenta me encontré con el Grado terminado y un expediente académico a años luz de los que ya disponía en otros estudios reglados “presenciales”. En este periodo de confinamiento, me siento feliz de que la mayoría de los estudiantes españoles puedan seguir en contacto con su profesorado y tutorías a través de Internet (Ojalá en un futuro todos puedan acceder).
Desde este sitio, quiero romper una lanza a favor de aquellos emprendimientos españoles que hace años, contra viento y marea, promovieron la enseñanza universitaria reglada en el Mundo utilizando Internet, en especial a Arturo y Udima y a Rafael y UNIR, que son dos de los proyectos universitarios que, por distintas razones, conozco más de cerca. También, nombrar a iniciativas no regladas igual de interesantes que también me son familiares, como Javier y Tadel o Juan y Vértice. Mientras te escribo estas líneas, caigo en la cuenta que incluso el querubín está recibiendo clases de Bachillerato a través de su ipad. ¡Y tanto alumnado universitario! ¡Ay! En estos sensibles momentos cabe expresar: ¡Dichosa Universidad del Aire! En fin. A esos profesores y profesoras de la Universidad Tradicional, atrincherados en la negación de todo lo que no sea “presencial” y enemigos sistémicos de lo “presencial virtual”, cabe preguntarles ¿Ahora qué haréis? Fuente de la imagen: cocoparisienne en pixabay.