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En “Falta de escrúpulos”[1] te transcribía algunas de las conclusiones de la lectura del clásico “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo, por ejemplo, cuando trata las condiciones de los gobernantes: ser temido, ser tacaño… En relación a los perfiles de los gobiernos, razona dos: aquéllos concurridos por siervos, donde el príncipe tiene más supremacía, y el compuesto por ilustres, nobles, cómodos de prevaricar por su continua insatisfacción; el consejo al gobernante es recordar que no puede cambiar a todos sus súbditos. Refresco lo anterior porque en el fin de semana pasado he estado rehojeando el texto[2] de Nicolás.
Probablemente coincidas conmigo en que sus "reflexiones" son de rabiosa actualidad. Brevemente me centraré esta mañana en la opinión de Maquiavelo acerca de los líderes y su interés en que estos dejen a un lado sus ideales, puesto que lo trascendental es conseguir el objetivo, es decir, “el fin justifica los medios”, ya sean traiciones, hipocresía, conflictos… Me alineo con aquella parte de la doctrina[3] que califica el libro como uno de los primeros de la filosofía política. Parte de este texto también se ha editado en el sitio book—post, bajo el título “El Príncipe”. Fuente de la imagen: Evan_Harrey en pixabay.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Falta de escrúpulos. 2013. Sitio visitado el 24/02/2020.
[2] Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. Editorial Oxford University Press. 2008.
[3] Bireley, Strauss, Gilbert.