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Y es que a estos presumibles mediocres líderes políticos les falta el poder de la influencia y, por derivación, ejercer esa influencia. Hace una década, escribía J. Grenny (2009), en Business Week, Leadership: Intentional Influence[1], (liderazgo: influencia intencional), que los líderes son responsables de influir inteligente y éticamente en el comportamiento de los demás, en modo creación de valor. Dado que existen muy pocos líderes capaces de definir el liderazgo, resulta poco sorprendente que el desempeño de éstos sea mediocre en el mejor de los casos.
Los resultados de un estudio sobre el éxito y el fracaso de más de mil líderes en todo el mundo, concluyeron que hay muy pocos líderes capaces de ejercer efectivamente su influencia, actuando como si ocuparse de los hábitos no fuera parte de su trabajo, careciendo de una teoría de la influencia, confundiendo hablar con influir y empeñados en buscar soluciones rápidas, lo que les hace caer en la trampa de creer que se pueden cambiar los malos hábitos con una simple técnica. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Grenny, Joseph (2009). Business Week, Leadership: Intentional Influence. Sitio visitado el 10/09/2019. Link refrescado posteriormente.