Fuente de la imagen: pixabay |
En el post “Collage de tarjetas”[1], te transcribía la contestación que solía dar cuando descubrían varias tarjetas de visita en mi mano: “No, si dinero poco, pero cartulinas todas las que guste”. Ayer eché mano de la cartera para entregarle a mi interlocutor una tarjeta de visita y ¡Tierra trágame! no encontré ninguna, por lo que tuve que escribir en la servilleta el nombre, el email y el teléfono (Fuente de la imagen: pixabay).
Cierto que cada vez más utilizo lo que desde hace unos años denomino “tarjeta blogosférica" (ver post "Tarjeta blogosférica"[2], del mismo nombre), y que he ido dejando a un lado la versión física o en papel, hasta el punto que ayer me encontré que no dispongo de ninguno de los formatos tradicionales, así que tendré que hacerme unas cuantas decenas, pero ¿con qué contenido y diseño? A priori no tan fácil la decisión.
Desde hace un tiempo tiendo a lo básico, alejado de lo rimbombante, pero sin llegar a la tarjeta de J W. von Goethe que utilicé como imagen en el texto “Puestitis”[3]. Pasaré, también, de las recomendaciones de Handleyr[4], sobre la importancia de las tarjetas de presentación, y me centraré en los datos identificativos[5], teléfono de contacto, dirección web y correo electrónico, con un tipo inconsolata de color negro o azul en un fondo blanco: sencilla y vital.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Collage de tarjetas. 2013. Sitio visitado el 25/10/2016.
[2] Velasco Carretero, Manuel. Tarjeta blogosférica. 2013. Sitio visitado el 25/10/2016.
[3] Velasco Carretero, Manuel. Puestitis. 2008. Sitio visitado el 25/10/2016. Imagen eliminada.
[4] Handley, Ann. 8 Ways to Make Your Business Cards Stand Out. Entrepreneur. 2012. Sitio visitado el 25/10/2016.
[5] Nombre y apellidos.