domingo, 6 de diciembre de 2015

Cicer arietinum permotionem

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Por textos como “Globalización vs salarios”, “Garbanzos con bacalao”, “Intensidades” o el visitado “Ensamblando garbanzos[1], sabes de mi afectiva, por no decir emocional (Cicer arietinum permotionem, que traducido con mi latín de los Montes de Málaga es algo así como "garbanzo emocional"), relación con esta leguminosa. Desde que tengo uso de razón no sólo la recuerdo entremezclada en los hábitos alimenticios familiares, sino en los laborales, cuando con seis u ocho años me levantaban a las claras del día, avanzados los veranos de la niñez en la Ronda profunda, para recolectar el preciado elemento, sembrado meses antes, tarea cosechera realizada manualmente y en cierto modo odiosa para los niños, puesto que la planta soltaba como un polvillo un tanto incómodo, por lo que debíamos protegernos hasta las cejas. Sí me gustaba la trilla, mucho más fácil que la de los cereales (trigo y cebada, fundamentalmente, y, en menor medida, la arveja), ya que con unas cuantas vueltas del trillo, prácticamente la parva estaba preparada para el preceptivo apaleo, donde el grano se separaba de la hojarasca o broza triturada. La foto que encabeza el post es del cocido light que preparé ayer, con garbanzo pedrosillano, regalo de Paco (Gracias), cultivado en la comarca Tierra de la Bañeza (León, España).

Siguiendo con el relato, posteriormente, ya en la universidad, se me metió en la cabeza la estupidez de que los garbanzos embrutecían la mente ¡Como si no estuviera ya bastante entontecido! Pamplinas de la adolescencia. Entrando en la etapa adulta, caí en la cuenta de sus tremendas propiedades, desde la lecitina, fenomenal para el hígado en su lucha con las toxinas, el cáncer, la hepatitis o la cirrosis, así como en la regulación del colesterol o su riqueza en ácidos grasos como Omega 6. A su vez, el magnesio y el ácido fólico obviamente son chutes de protección para el corazón, arterias… Finalmente, aunque no lo parezca, es un alimento que se utiliza razonadamente en las dietas de rebaja de peso así como para el control de enfermedades como la diabetes. Desde entonces mandé a freír espárragos esas falsas impresiones de la adolescencia y di rienda suelta a mis sentimientos culinarios por esta leguminosa, no faltando en el menú semanal (salvo cuando le quitan protagonismo las lentejas, que también son necesarias por eso de “si quieres las comes y si no las dejas”). A continuación, tienes una receta de cocido serrano de garbanzos, subida a Youtube por esteban linares. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
_______________________________
[1] Velasco Carretero, Manuel. Globalización vs salarios” (2007), Garbanzos con bacalao (2007), Intensidades (2012), Ensamblando garbanzos (2014). Sitios visitados el 06/12/2015.