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Es bueno encontrarse proclive al feedback en las relaciones[1] porque, además de aportar valor a la continua toma de decisiones, posibilita un efectivo autoconocimiento de mi perfil profesional. Con el paso de los años, he modulado la capacidad de escuchar lecciones que terceros me han brindado o trasladado, si bien no sé si domino aspectos como el arte de catalogar a la persona que me ofrece el consejo, controlar la influencia de mis niveles de estrés en las decisiones, etc. por lo que alguna que otra vez me pongo en clave defensiva[2], olvidando la práctica de la pericia esencial de aquél que necesita ayuda técnica: la escucha.
Dependiendo del proyecto, área, actividad o tarea, procuro inventariar aquellos aspectos sobre los que necesito un asesoramiento, consejo u opinión de un tercero. Pero antes de esta acción es bueno cultivar una mente propensa a la escucha en cualquier situación o revés, describir clara y objetivamente las especificaciones del tema que se somete a crítica y disponer de una relación de peritos, expertos, asesores o consejeros en distintas especialidades o materias. Hoy, las redes virtuales de profesionales y el networking amplían y potencian la efectividad de estas listas (Fuente de la imagen: pixabay).
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[1] Empresariales, institucionales o laborales.
[2] Cerramiento de mente y visita al lado ciego.