Desde hace unas semanas, apuntada en la agenda se encontraba una comida con unos familiares, pero a última hora, por cuestiones de agenda de otros familiares de esos familiares, se canceló el evento, quedándome descompuesto y sin encuentro. Como dice el dicho, "no hay mal que por bien no venga" y mantuvimos el menú, sencillo, de chuletones de buey, que estaban a buen precio en la carnicería, acompañado de herbáceas del huerto y maridado todo con un Señorío de Nevada tinto, de la bodega del mismo nombre.
Por si no lo sabes, dicen que el chuletón de buey debe ser gordo, para que quede crujiente por fuera y tierno por dentro, pero lo prefiero menos gordo y no tanto tiempo en la brasa, así que le enseño al carnicero el pulgar y ya sabe el buen hombre cómo tiene que cortar las piezas. En fin, sobre gustos no hay nada escrito. Lo que sí es importante es la calidad de la carne. Presuntos expertos aconsejan que hay que evitar las carnicerías de los supermercados y de los hipermercados. Tonterías. Lo importante es el profesional que está detrás del mostrador y la frescura del producto, ya se encuentre el establecimiento en un centro comercial o en la tienda del barrio.
En cuanto al vino, lo elegí porque tengo muy buen recuerdo de él, en la invitación de Javier hace unos años. Y no me defraudó. Criado en terruño pizarroso, este "alpujarreño vinum" apunta estar elaborado a partir de cabernet sauvignon, merlot y tempranillo, descansando durante un año en barricas de roble francés y americano. Después de reposar unos minutos, observé el típico color rojizo y me envolvieron desprendidas fragancias tendentes a lo balsámico de la cabernet sauvignon y la merlot. En boca explosión larga y agradable de taninos por doquier.
En el encabezado del post te dejo una instantánea de la botella, tipo Bordalesa Liberty XV. A pie tienes una presentación de la bodega, subida a Youtube por jc0587 (Fuente de la imagen: elaboración propia).