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Sí, estamos en España. Tal vez, en vez de confiar en que el político inunde el aire de ética y moral, debería pensar en que sea la empresa, como unidad económico, social y medioambiental, y sus consejos, directivas y colaboradores y colaboradoras, como componente humano, los que saneen el contaminado aire con dosis de ética y moral. Leía en IESE los consejos de A. Argandoña[1] para promover la ética en la empresa, que van desde entender la realidad hasta definir la misión de la organización y sus valores, pasando por complicarse la vida o ayudar al próximo.
Según Argandoña, no hay decisiones buenas si no son éticas, dependiendo en gran medida la ética en la empresa de cómo actúan sus directivos: "La ética del directivo es una condición para dirigir mejor. El directivo observa los valores de otra manera, busca otros resultados, tiene otras motivaciones, se plantea otras alternativas… Pero esto solo lo ve el que se atreve a ponerlo en práctica" (fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: geralt en pixabay.
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[1] Argandoña, Antonio. Las virtudes de un directivo. IESE Business School. 2014.