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Si eres follower de este sitio, recordarás que en más de una ocasión he referenciado el concepto asertividad. Textos como “Comunicación asertiva” o “A vueltas con la asertividad”[1] son buena prueba de ello, esa conducta comunicacional donde no violentamos ni entramos por el aro sometiéndonos al carácter de terceros, sino que exhibimos nuestra doctrina y patrocinamos nuestros derechos. La asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento[2], así como una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante, típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.
Te escribo lo anterior porque recientemente hemos estudiado el término en el marco de la disciplina Técnicas de Negociación, para el momento del cierre de la negociación, al ser ese instante una de las partes más complejas del proceso negociador, ya que constituye el culmen de los negociadores, por lo que, según las ideas claves, la aplicación de la asertividad resulta fundamental para lograr los mejores resultados posibles. Pero entiendo que no sólo en la parte final del proceso negociador, también durante el mismo proceso, por ejemplo, una respuesta activa en determinado momento[3], puede aportar alternativas[4]. El negociador asertivo sabe crear valor sin hacerse vulnerable y reclamar en el momento justo aquello que piensa debe obtener o conseguir en la negociación. Fuente de la imagen: rvs/2012.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Comunicación asertiva(2008), A vueltas con la asertividad (2014). Sitios visitados el 08/11/2014.
[2] Fensterheim, Herbert. No diga sí cuando quiera decir no. 2003. Ed. Grijalbo. Bach, Eva, Forés, Anna. La Asertividad. 2008. Ed. Plataforma.
[3] O una no respuesta o una pregunta.
[4] O desenredar desacuerdos.