Fuente de la imagen: archivo propio |
Apacible día de “playeo” el de ayer, en compañía de buena gente. Me acordé de momentos como el que te comenté hace unos años (ver post “Jugando a la pala”[1]) y otros que creo aún no te he referido, como los de aquellos miércoles de los veranos de finales de la década de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado, que los pasaba en Donostia (San Sebastián) y en ese día de la semana, que descansaba del trabajo en el restaurante Vallés situado en la Parte Vieja[2], me pegaba una “pechá” de jugar a la pala junto a Alonso[3], Vicente, José…
Te dejo en el encabezado una instantánea, pose robada por Mariví a través de su súper cámara fotográfica y atinada la foto en el baúl de los recuerdos. Con esas raquetas vascas de madera que no volví a disfrutarlas hasta décadas después, ya en este siglo, cuando Teófilo me regaló un par con el inconfundible sello del país. Pensaba que este juego lo inventaron los vascos pero, según Europa Press [4], es oriundo de Cantabria, palas cántabras, consistiendo básicamente en golpear una pelota de tenis con una pala de madera.
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[1] Velasco carretero, Manuel. Jugando a la pala. 2007. Sitio visitado el 10/08/2014.
[2] Velasco Carretero, Manuel. El huerto de Molíere. 2012. Sitio visitado el 10/08/2014.
[3] Ahora sólo queda el establecimiento ubicado en la calle Reyes Católicos, del barrio Amara.
[4] Europa Press. La exposición 'Las palas cántabras' da a conocer la historia de este deporte creado por Mariano Pérez. 2011. Sitio visitado el 10/08/2014.