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Pero lo que quiero especificar esta mañana, porque es donde radica la congoja y el desánimo de Carmen, es en los deberes del funcionario. Por un lado se encuentran los deberes constitucionales, como actuar con fidelidad a la Constitución Española en el ejercicio de la función pública, con neutralidad e independencia política, tener un trato correcto, deber de abstención cuando concurran las causas para ello, prohibición de discriminación o no obstaculizar el ejercicio de libertades públicas. Por otro lado, no menos importantes, aparecen los deberes profesionales, como ser eficaces, desempeñando de manera fiel y competente las funciones que tengan encomendadas o la asistencia al trabajo y permanencia durante el horario previsto, deber de sigilo y de secreto profesional, cumplimiento de sus tareas con diligencia, etc. En fin. Conozco a buenos funcionarios y funcionarias y no creo que sean una raza superior, pero percibo que a algunos de ellos, como sucede en otras profesionales, hay que echarles de comer aparte (imagen: instantánea del monólogo). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Peggy_Marco en pixabay.