martes, 9 de julio de 2013

Salvar al soldado

Fuente de la imagen: aitoff en pixabay
Lamentablemente es muy pequeño el porcentaje de empresas de mi país que, una vez han iniciado el tortuoso camino del concurso de acreedores, logran salir de él. Al desafortunado enfoque de la reforma de la Ley, cargándose el poco espíritu de “salvar al soldado Ryan” que tenía la normativa inicial de 2003, se une la tremenda y dilatada bofetada de la crisis, que anula cualquier atisbo de oportunidad para los proyectos de reestructuración empresarial que en un marco económico distinto y con una ley más empática, hubieran podido salvarse. 

Por nombramiento expreso de SSª, en la mañana de ayer, en la Ciudad de la Justicia, ejercí la presidencia de una junta de acreedores, donde una mayoría muy cualificada, por encima del ochenta y cinco por ciento de los créditos, aprobó la propuesta de convenio presentada por la deudora. Como le decía por la tarde a un periodista de un medio de comunicación local, en todo caso una muy buena noticia, tanto para la empresa, como para los trabajadores, los acreedores, como para el sacrificado sector auxiliar de la construcción y las economías de escala de su ámbito territorial de actuación. Fue un placer profesional firmar el acta redactado por la Secretaría Judicial.

Ahora les queda un duro camino por recorrer, no exento de gruesas piedras que sortear, pero el ya transitado en estos, también, pedregosos meses de tensa y agotadora negociación y sufrimiento, con una parte de la competencia haciéndoles daño mediante la utilización de presuntas malas artes y difundiendo falsos testimonios, como si entrar en concurso fuera un estigma, con la toma de sensibles decisiones en materia de ajustes de costes, personal y un largo etcétera de reorganizaciones, tijeretazos y saneamientos, creo que los ha fortalecido.

Más que nunca deben aprovechar la oportunidad brindada por aquellos acreedores que han creído en el convenio propuesto y han votado a favor. Termino trasladándote mi abatimiento por la actuación en este tipo de protocolos de algunos acreedores institucionales, que votan en contra de forma presuntamente fría y sistemática, salvo cuando se refiere, por ejemplo, a la deuda de una entidad deportiva de primera o los débitos de una organización política afín (Imagen de la película “Salvar al soldado Ryan”; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con psoterioridad; fuente: aitoff en pixabay.