Fuente de la imagen: archivo propio |
Un día por otro y llevo ya cerca de una semana queriendo
llamar a un contacto para interesarme por su situación profesional. De hoy no
pasa. Lo escribo para retratarme ante ti y encorsetar el compromiso. El caso es que el actual ritmo de vida, para muchas de las
cada vez menos personas que disfrutan de un puesto de trabajo, nos empuja a dedicar
mucho tiempo a las actividades laborales, profesionales, institucionales o
empresariales que nos generan demasiada extenuación como para dar un toque a
esa amiga que habita en la provincia de al lado o a ese contacto que se ha ido
a trabajar al otro lado del charco. Llego al hogar cansado, con la energía suficiente para
convivir con la familia y realizar ciertas tareas domésticas. Por la mañana me pongo
a esto de Internet, leyendo los medios virtuales y escribiéndote el post. Luego
el desayuno y a la actividad profesional diaria, más o menos ajustada
dependiendo de la agenda. Esa práctica día a día, mes a mes, año a año.
Mientras, el contacto, consolidado en uno de los trabajos anteriores, sigue
esperando a que cumpla mi promesa de tomar un café. Por el contrario, dedico más tiempo al networking, pero me
pregunto si estas relaciones en la Red, en la mayoría de los casos son interacciones
frágiles que se quedan en la contestación de un netmail, la aceptación de una solicitud de "amistad virtual", pulsar un “Me gusta”, compartir una foto, escribir un comentario y poco más. Sin embargo,
pienso que es necesario mantener esa débil llama, como condición necesaria,
aunque no suficiente, para fortalecer o dar la oportunidad a otro tipo de
correspondencia profesional o reciprocidad
social más sólida, si se diera el caso. La imagen es de Pandi, que se disfrazó para asistir, junto a otros peluches, a un cumpleaños de otro oso, que se desarrolló en una acondicionada tienda de campaña, donde hubo hasta una minipiñata. ¡Qué imaginación la de estos peques!