Invitado por unos contactos amigos, el día de ayer lo pasé en la zona de Marbella (España). Charlaban del presunto fiasco de Briatore, y su socio Agag, con su sideral discoteca marbellí para nanomillonarios. En mentideros de buena tinta de mi ámbito territorial de actuación, se rumorea que poco público objetivo pululó por el establecimiento en su inauguración. Si es verdad, chamuscado Flavio estará. Que no se queme y siga viniendo a Málaga, pero invirtiendo en otros negocios más proactivos para la quemada economía local.
En lo que sí apliqué el oído, fue en las reflexiones acerca de dónde invertir en la actual situación económica. Dejando a un lado los valores refugio, con el oro como objeto estrella, el debate se centró en la oportunidad de compra de acciones o, por el contrario, en la adquisición de bonos financieros corporativos. A corto plazo, no hay duda que estas obligaciones financieras se llevan la palma, pero si el mercado sigue en caída libre, pensando en el medio plazo (2013 y 2014), habría que estudiar la compra de acciones de empresas solventes de Asia.
Claro. Otra opción, que seguro se te pasará por la cabeza, será la adquisición de Letras del Tesoro. Sí, siempre que la inflación se mantenga controlada. Por lo demás, pocas esperanzas de que los políticos resuelvan el inmenso entuerto global en el que estamos. También, intuiciones acerca de la continuidad de la recesión y, consecuencia de la política europea, tasas de crecimiento cero o negativas, lo que patrocinará que los estados sobre endeudados no puedan atender sus compromisos de pago.
De vuelta a casa, sentía un peso en las espaldas que en la jornada no había tenido. Pensé que los baños en agua salada durante el día, la comida y la convivencia, no habían sido suficientes para la recuperación del cuerpo serrano. O tal vez fue la sensación de tristeza que me envolvió al meditar sobre las reflexiones percibidas. El caso es que al mirar el dorso a través del espejo, me di cuenta que debería haber untado más protección solar.
Y volví a especular qué hubiera pasado si mi país, en tiempo y forma, verdaderamente se hubiera protegido de esa malicia especulativa que lo envuelve, intoxica y va quemando continuamente su piel económica y social, generando un carcinoma de cada vez más difícil y desconocido tratamiento (fuente de la imagen: elaboración propia).