Hace unos años, le conté al peque lo que hacía en la infancia con las lechugas sembradas por mi padre en la huerta. Le relaté que un día me comí el cogollo de algunas de las plantas, colocadas en línea, entre surco y surco. No le conté la reprimenda que me llevé.
Le gustó la historia y recientemente me emplazó a que sembrara hortalizas para comerse los cogollos. Todavía no he plantado lechugas, pero los efectos de la primavera ya están empezando a notarse en el resto de las plantas sembradas y, por ejemplo, maduran las primeras fresas.
Ayer tocó recolección. Fueron unos emocionales momentos que no me salen las frases para explicártelos. Como a veces una imagen vale más que mil palabras, te dejo un vídeo con unos instantes del trabajo. Que esta semana te sea proactiva en lo laboral, profesional, empresarial o institucional.