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Recuerdo que en una copiosa nevada en la década de los sesenta del siglo pasado, en la Serranía de Ronda, un familiar hizo una casita a base de nieve, con sus tabiques y todo. Aquello quedó en el olvido debido a los inconvenientes que rodeaban esas situaciones, fueran nevadas o heladas, es decir, se te congelaban los pies, las manos, las orejas, te salían sabañones…
Invitado por unos amigos, hemos estado unas jornadas en Sierra Nevada, que precisamente ayer andaba de bote en bote (Ideal). He percibido que la nieve sirve para algo más que hacer figuras y la cantidad de intereses económicos que se mueve entorno a la acumulación de copos fractales. He evocado los escasos momentos felices de la niñez, sin los fastidios de entonces, porque las prendas que uso hoy no permiten que llegue el frío a la osamenta ni que se me enrojezcan los cartílagos auditivos.
Pero los huesos han soportado un rosario de caídas, consecuencia de mi inexperiencia en estas lides, mientras generaba risa en mis instruidas monitoras. En cuanto a la comida, de todos los sitios visitados, te recomiendo un lomo de orza en aceite de oliva y unas patatas a lo pobre, en el restaurante Sherpa II. No pidas muslos de pollo al ajillo, porque si bien están buenos, la relación cantidad - precio es preocupante (parece más una tapa que una ración).
En fin. Unos gratos momentos para rememorar en un futuro, cuando haga uso de las lecciones aprendidas y me deslice por esos pequeños cristales de hielo que tanta ilusión y demanda parece que generan. Te dejo una foto de la estación de esquí. Si quieres más, clickea AQUÍ, aunque te adelanto que no encontrarás ni porrazos ni público (por lo de los derechos de imagen). Que disfrutes de un reparador fin de semana.