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Recuerdo lo bien que me lo pasaba durante muchos diciembres, escribiendo una felicitación navideña personal para cada persona que había tenido la oportunidad de conocer cada año. Algún individuo me censuraba ese hábito. “¿Pero quién te crees que eres?” “Pero si solo intercambiasteis tarjetas de contactos en aquella deplorable convención empresarial”…
En el año pasado dejé la costumbre de remitir tarjetas de navidad, pensando que las ya no tan nuevas tecnologías iban a sustituir a las cartulinas Unicef, Aldeas Infantiles… que compraba para felicitar, pero sigo recibiendo emocionales misivas escritas de familiares, amistades, contactos profesionales y conocidos. Gracias. La última felicitación que he recibido este año ha sido del contacto Juan Francisco (Gracias Juan), llena de calidez y cariño.
Antes que finalice el año, esta mañana quiero felicitarte especialmente, con el dibujo que te dejo, realizado en un periquete por un peque de siete años, deseando que el año que viene puedas aportar valor al tejido económico y social de tu ámbito territorial de actuación con ética, moralidad, decencia y, sobre todo, seas feliz, porque de eso se trata.