lunes, 7 de noviembre de 2011

La enfermedad de los genios

Fuente de la imagen: archivo propio
Al final, ayer hizo buen día en mi ámbito territorial de actuación. El hombre del tiempo no atinó. 
Después de arreglar una fuga de agua en la aspiración a jardín que rodea la casa, me apeteció probar la nueva autopista de peaje de las Pedrizas (Málaga, España). Ya en la comarca de Antequera, pasado el Puerto de Las Pedrizas, en Fuente La Yedra, paramos a reponer fuerzas en la venta del mismo nombre ¿Fuerzas? ¿Qué fuerzas, si me paso todo el día picando? Así ¿Cómo voy a despojarme de esos kilos que me sobran? Siguiendo el relato, es grato encontrarte con personas que de una u otra forma conoces física o virtualmente (el otro día me reconoció Nacho en Torremolinos). Mi problema es que cuando aumentan los contactos de las redes sociales virtuales, no puedo reconocerlos a todos al momento, ya que mi mente es limitada y, por ejemplo, los ochocientos y pico “amigos” en Facebook pues como que no están en mi cabeza, y en Linkedin ni te cuento.

Tampoco es cuestión de rechazar solicitudes de contactos, que a la vista del contenido técnico de sus perfiles virtuales, pueden interesar en un futuro desde la óptica profesional. Así que a asumir esas nuevas situaciones relacionales de las macro redes en Internet, impensables hace treinta años. Eso me sucedió en el bar. Un “amigo” virtual de un “amigo” real, que meses atrás me había solicitado contactar, me reconoció y saludó. Al igual que con Nacho, al principio la mente en blanco. Luego vas atando cabos hasta que te centras. Por suerte, el amigo real apareció y facilitó la recuperación memorística. Andaban enfrascados con los trastornos bipolares. Por lo visto, al jefe de uno de ellos, su socio le había catalogado, delante de su equipo, de ese padecimiento, ya que, según el presunto psiquiatra, pasaba de la euforia a la depresión con suma facilidad.

Pregunté si el presumible experto era médico. La respuesta fue negativa, pero incluso en el caso que fuera especialista en esos desordenes, creo que no era el foro adecuado para emitir su dictamen. Y si no era clínico, pues peor. Les conté que en el pasado hubo un individuo de mi entorno profesional de actuación, que también me diagnosticó esa alteración y fue a más, afirmando taxativamente que tenía graves problemas psicológicos. Discutí que lo de bipolar no lo entendía, pero que a contrariedades psicológicas, pues claro que sí ¡Con la vida que nos ha tocado vivir!, la persona que no padezca dilemas psicológicos, que tire la primera piedra. Y ¡Cómo olvidar a mi querido profesor de Químicas, apodado Falconeti! En el post "Hablar en público"[1] te escribía lo que me dijo: Manolo, me sorprendes, lo mismo dices una genialidad que al segundo rebuznas una chorrada.

En cuanto a “la enfermedad de los genios”, el trastorno bipolar, ciertamente hay más hombres y mujeres que la sufren de lo que se piensa, pero para detectarla, los especialistas pueden tardar hasta diez años en concebir un diagnóstico contundente. Por lo que lo más probable es que el socio del jefe de mi contacto, más bien acumule en su interior envidia, celos, rencores, despotismo, rivalidad y codicia, que conocimiento en lo que tan ligeramente acusa. En síntesis, una agradable tarde de domingo. Que esta semana te sea proactiva en lo laboral, profesional, empresarial o institucional, según proceda. El origen de la primera imagen es de la Wikimedia Commons. La foto es de la Fuente La Yedra. Si quieres más instantáneas, clickea AQUÍ. El primer vídeo es del tráiler de la película Mr. Jones (el actor Richard Gere es el protagonista), subido a Youtube por  kitustrailers. El segundo vídeo contiene uno de los temas musicales, subido al canal por SG8R.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Hablar en público. 2006.  Sitio visitado el 07/11/2011.