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Sin embargo, la “dureza” con la que el elegido había ejercido la dirección, sólo había sido superada por su ineptitud en el cargo, llevando el proyecto asignado y a la propia institución a un punto de indefinición y desconcierto, sobre todo en los aspectos comerciales (quemando a cliente cualitativa y cuantitativamente importante), humanos (quemando a los equipos a su cargo) y, por derivación, económicos (quemando expectativas de beneficios). Como sabía de mis compromisos, me ofreció volver de staff. Le trasladé que a corto plazo no podía, pero lo pensaría para el futuro a medio plazo. Por un momento, el ego se siente importante, pero al siguiente momento, los pies hay que ponerlos de nuevo en el suelo.
Tampoco es cuestión de cerrar puertas a personas e instituciones con las que has colaborado y respetas. De vuelta a casa, cuando la negrura de la noche empezaba a hacer acto de presencia, por un instante dominó mi mente el lado oscuro que todos llevamos dentro, conformándose el siguiente barriobajero pensamiento: “¿Transformarme en un cretino e insensato como fulanito?” No. Mil veces prefiero el manojo de inseguridades, debilidades y contradicciones que conforma mi persona, antes de convertirme en ese prototipo de imbécil, perfil que dentro de una década, o tal vez menos, se estudiará en las escuelas de negocios (dibujo de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada posteriormente; fuente: Aitof en pixabay.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Elijo ser bueno. 2010. Sitio visitado el 02/02/2011.