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Al medio día estuvimos con unos amigos en el paseo marítimo, almorzando en el Bar Restaurante Pepe. Era mi día, así que pedí un coctel de marisco, seguido de unos boquerones fritos. Para beber elegí un blanco de Rueda.
Como estábamos en Granada, es costumbre en casi toda la provincia el detalle de una tapa con la bebida, gentileza de la casa, por lo que degusté de entrada unas croquetas caseras que estaban de rechupete.
Es un ritual culinario-comercial que los que hemos vivido o frecuentamos la capital y los aledaños del antaño reino nazarí, nos sentimos consentidos y enganchados, por lo que, con la excusa de la tapa, siempre que podemos volvemos para convivir con esta cálida gente y su tierra.
Salvo en determinadas zonas rurales, los bares y restaurantes malagueños (Málaga, España), no tienen esa costumbre de “invitar” a una tapa. Bueno, algunos piensan que sí, porque llaman tapa a una concha con unas patatas fritas o tres aceitunas, pero están equivocados.
Podrás pensar que luego te lo cobran con creces en otras consumisiones, pero no es así. Desde hace tiempo, por curiosidad, comparo los precios con otros sitios y son similares o, incluso, más bajos. Hay lugares, como en Linares (Jaén), que se pasan tres pueblos. Pides una cerveza y como te descuides te ponen dos huevos fritos con patatas y pimientos. El caso es que es un detalle y la mayoría del picoteo que te ofrecen está francamente bueno.