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Con motivo de un encuentro del numeroso personal de uno de los proyectos en los que tengo la suerte de participar, una persona se atrevió a parodiarme. La sorpresa inicial se transformó en felicidad, al escuchar las bulliciosas, estruendosas y sanas risas de los demás. Palabras como “presupuestos”, “ajustes de ofertas” o el ya latiguillo que uso después de comunicar una idea, “¿Me expreso?” (Bueno, la frase fue: “¿Me exprezo?”), actuaron de guinda de la imitación.
Toda la tarde me estuve riendo de mí y de la representación que habían hecho de mi persona. Me faltó darle las gracias al imitador. Creo que reírnos de nosotros mismos y, a su vez, generar risa, es sano, indica que somos condescendientes con nuestros desperfectos, auto- censores, cercanos al humor, competentes para analizar el ayer y cimentar un excelente hoy, proporcionándonos una buena salud psicológica para acometer el imprevisible mañana (composición de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: archivo propio.