Con Esteban Rodrigo en Málaga (España) Fuente de la imagen: archivo propio |
Después de una espesa y larga reunión por la tarde, me senté en la silla de la oficina, cerré los ojos y escuché la respiración durante unos minutos. Visualicé la jornada profesional y medité sobre todo lo acontecido, desde la mañana hasta el mismo momento de la reflexión. Se disipó la espesura y apareció la sonrisa. Me propuse tener esa costumbre diariamente, como recurso para acercarme al necesario equilibrio emocional en el resto de mi vida. Pienso que los directivos, empresarios, coordinadores y responsables de proyectos deberían practicar el “pensamiento contemplativo”, que se apoya en la utilización de mantras y en la respiración, y el “juicio trascendental”, sustentado en lograr un conocimiento sin juicios, como una herramienta que ayuda para sobreponerse a círculos discrepantes y a contextos de alta tensión.
Hace años, leí en algún sitio, que hoy lamento no poder referenciarte, acerca de trabajos de investigación sobre estas técnicas, que demostraban los efectos positivos que brinda este tipo de abstracción o ensimismamiento para la salud, comprobándose que las personas que meditan emiten ondas cerebrales que propician un tipo distinto de relajación, mucho más provechoso para el cuerpo. Estos estudios, también indicaban una transformación física de los enlaces neurológicos y un potencial para avivar el sistema inmunológico. Te dejo una instantánea de ayer al mediodía, cuando iba caminado con unos directivos por la calle Granada (Málaga capital, España), buscando un restaurante para comer, y me abordó gratamente Esteban. Nos tratamos virtualmente desde hace unos años, presentándonos en la etapa de Neurona (ahora Xing), pero no tenía la suerte de conocerlo en la realidad. Fue un verdadero placer profesional. Fuente de la imagen: archivo propio.