El viernes, después de salir de la oficina, cruzando uno de los semáforos de la Alameda Principal (Málaga, España), me encontré a una persona que quiero y respeto, que fue mi primer jefe, allá por la década de los ochenta del siglo pasado, en esto de la asesoría y la consultoría. Había transcurrido un dilatado tiempo que no lo veía. La situación me generó una inmensa alegría que afectó a la valoración global de la jornada laboral.
Comentó mi ex-jefe que me seguía en el blog. Imagina como se infló mi ego. Le dije que mi participación era estrictamente profesional y que él mejor que nadie conocía mi perfil y mis tonterías. El encuentro propició, nuevamente, una reflexión en mi cabeza sobre el conjunto de oportunidades que podemos crear en la Red para obtener sinergias distintas y, espero, mejores. Internet da pie a que las personas se encuentren mejor informadas e interconectadas entre sí, como nunca se había visto antes.
Terminé la tarde pensando que mientras más tiempo razonado pasemos frente al teclado y a la pantalla, desde la óptica profesional, mayores serán los dividendos de capital humano que recibiremos. Al menos, yo, el viernes, recibí un anticipo a cuenta. Finalmente, utilizo la imagen de
l post "
Se arriesgó a dibujar el AMOR", para cerrar la aportación de este catorce de febrero (errores de ortografía rectificados).