Meditaba no contarte la siguiente historia, porque puede considerarse triste, dependiendo de la óptica con la que enfoques y, en todo caso, experiencia traumática que no deseo a nadie, pero esta mañana he pensado que igual te aporta algo. Ahí va. Día ajustado el viernes, cuatro de diciembre de 2009. Desde el miércoles tengo al viejo mate en el taller, para la periódica revisión y para arreglar un desequilibrio de fuerzas de frenado entre las ruedas traseras. Ese día pasaba la ITV y, como sabes por el post “Nacimiento Río Mundo”, también partíamos para Jaén. En un instante de la mañana compré el número 34678 de la ONCE, costumbre que pretendo mantener en recuerdo de mi extinta madre, pero que casi siempre se me pasa. Después de reiteradas llamadas al taller, por lo visto la pieza trasera venía de Córdoba, por fin me dijeron que me pasara sobre las dieciocho horas. Uf! Tarde para partir hacia la frontera de Albacete. Los amigos de Málaga ya estaban en ruta. Pensé que si el coche tenía las bendiciones del taller, era cuestión de filosofía y disfrutar de la conducción nocturna.
Echamos los bártulos y pusimos rumbo a Jaén. Cuando estábamos en la circunvalación de Granada, a la altura de la desviación a Atarfe (Las Canteras), a una velocidad de crucero de 120 kms/hora y con una concentrada y rápida circulación a derecha e izquierda, percibo una leve vibración en el volante. Lo normal es que pienses que es el asfalto, pero el subconsciente, me jugó una buena pasada y empecé a maniobrar hacia el carril derecho y a buscar una salida (La de Atarfe – Las Canteras). Cuando entraba en la rotonda, previa a la gasolinera Q8, noto un porrazo y, de forma instantánea, la rueda trasera izquierda del todo terreno me adelanta, siguiendo adelante sin ni siquiera rozar a los otros automóviles, a lo accidente de Fórmula 1 y Fernando Alonso, posándose a la entrada del surtidor. Se detiene el mate al lado de la acera. Nos miramos. Nos bajamos. Por primera vez en mi vida, me pongo el chaleco reflectante y coloco las señales triangulares. La rueda estaba con un trozo del eje, el cual se había partido.
Mientras realizaba las gestiones con la asistencia en carretera, reflexionaba sobre lo acontecido. El conductor de la grúa me dijo: “Habéis vuelto a nacer”. Por un momento, me entraron ganas de llorar. Al momento, me sentí feliz porque estábamos vivos y no se había producido ningún percance grave. Llegó el granadino José Manuel, con su taxi Mercedes último modelo, y decidimos seguir el viaje hacia la Sierra de Segura. Lo demás ya lo sabes. En el puente he estado en una nube, como si todo fuera nuevo, distinto, mirando con otra perspectiva que aún no sé describirte. Esta mañana he consultado en la página web de la ONCE el número premiado del viernes. Ha salido el 34632. Siento que me ha tocado la madre de todos los cuponazos. Te dejo una foto obscura de la rueda. Hoy tocará ver la cara de los técnicos del taller.