viernes, 24 de julio de 2009

Triste caída de anillos

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Decidí[1] quitarme la chaqueta, la corbata y arremangué la camisa para ayudar a un compañero a colocar unas estanterías en su sótano. Mientras seguía las precisas instrucciones y un sano sudor envolvía mi cuerpo, pensé que no se homenajea a los hombres y mujeres que realizan el tipo de trabajo que nos permite a los demás vivir de manera civilizada, o bien ejecutan aquellas tareas aparentemente básicas que a ninguno gusta. Nos refugiamos en las jornadas intensivas, en las actividades preasignadas, en el establissement del puesto, en la "titulitis", en dar el 80% o menos de lo que se recibe, en "escaquearse legalmente", en justificar lo injustificable y echar la culpa al colaborador[2]… 

Mientras, no soportaría poner una estantería, pasar la mopa, limpiar una alcantarilla, quitar un animal muerto del ojo patio, exterminar una plaga de arañas o limpiar una caca de perro situada estratégicamente en el portal. ¡Ya! Se expresa a bombo y platillo que no se caen los anillos. , permite que me ría. Curiosamente, por ejemplo, sí estaríamos dispuestos a entrar en la red social de turno para realizar un comentario sobre tal o cual tema, eso sí, en horario de trabajo. En fin, la vida misma, dirás. Que tengas un reparador fin de semana (imagen de fregona; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Por una serie de circunstancias que no vienen al caso comentar, ayer 
[2] En vez de ayudarle a superar su presunta ineptitud.