Con el título de este post, no quiero parafrasear al profesor Leopoldo Abadía y su exitosa Crisis Ninja. Modestamente, me gustaría apuntar el, a mi modo de ver, uso inadecuado que se hace de la palabra “ninja” en el artículo. Según Tumbul[1], “en la historia de Japón, los ninja (忍者, ninja o shinobi) era un grupo militar de mercenarios, entrenados especialmente en formas no ortodoxas de hacer la guerra, en las que se incluía el asesinato, espionaje, sabotaje, reconocimiento y guerra de guerrillas, con el afán de desestabilizar al ejército enemigo, obtener información vital de la posición de sus tropas o lograr una ventaja importante que pudiera ser decisiva en el campo de batalla”.
Pienso que no todos los actores de la historia económica de Abadía deben ser considerados mercenarios, sólo unos cuantos. Si seguimos con la definición, “para sus propósitos utilizaban una amplia gama de armas y artefactos como espadas, shuriken o cadenas, además de ser expertos en la preparación de venenos, pócimas y bombas. Del mismo modo, eran entrenados en el uso del "arte del disfraz", que utilizaban a menudo para pasar desapercibidos dependiendo de la situación imperante en el lugar en el que se tuvieran que introducir, a diferencia de la típica vestimenta con la que hoy día se les identifica”.
No creo que el presunto “ninja” que va liquidando los pagos de la hipoteca, ni el de Illinois, etc, sea verdaderamente un ninja, sino una persona más de la cadena. Yo mismo podría haber comprado una casa, financiada en el 120% por una hipoteca y la diferencia invertirla en un automóvil de alta gama ¿Por esa acción ya soy considerado un mercenario que utilizo formas económicas y financieras no ortodoxas? (foto de un peque de cuatro años vestido de ninja).
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[1] Turnbull, Stephen (2003). Ninja, AD 1460-1650. Osprey Publishing