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Buenos días. El sabor de la mantequilla que nos han regalado, de la mantequería “Las Nieves”, de Espinosa de los Monteros (Burgos, España), a base de leche de vaca, al untarla en la galleta, me ha recordado los bocados a los productos de la industria galletera, provenientes de Aguilar de Campoo, Palencia, con mantequilla que me preparaba mi madre en el tiempo de la niñez y la adolescencia. En la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, 9 de cada 10 galletas que se consumían en España salían de las galleteras aguilarenses y la palabra AGUILAR estaba troquelada en todas las galletas María.
También, he rememorado aquella vez - volvía de la muy apartada y escasamente visitada escuela rural - cuando le dije a una señora, sentada en el camino, que tenía hambre. Raro en el niño súper tímido de entonces. La mujer, seguramente conocía al famoso “niño perdío” (ver post ¡Ahí va el niño perdío!), me hizo entrar en su casa y me preparó una rebanada de pan con mantequilla, que todavía me sabe a gloria. Gracias, señora. Gracias, mamá. Gracias, amigo, por el agasajo culinario (imagen de una mujer elaborando mantequilla, en el París de 1499; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: ponce_photography en pixabay.