sábado, 25 de octubre de 2008

Galleta y Mantequilla

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Buenos días. El sabor de la mantequilla que nos han regalado, de la mantequería “Las Nieves”, de Espinosa de los Monteros (Burgos, España), a base de leche de vaca, al untarla en la galleta, me ha recordado los bocados a los productos de la industria galletera, provenientes de Aguilar de Campoo, Palencia, con mantequilla que me preparaba mi madre en el tiempo de la niñez y la adolescencia. En la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, 9 de cada 10 galletas que se consumían en España salían de las galleteras aguilarenses y la palabra AGUILAR estaba troquelada en todas las galletas María. 

También, he rememorado aquella vez - volvía de la muy apartada y escasamente visitada escuela rural - cuando le dije a una señora, sentada en el camino, que tenía hambre. Raro en el niño súper tímido de entonces. La mujer, seguramente conocía al famoso “niño perdío” (M. Velasco, 2007)[1], me hizo entrar en su casa y me preparó una rebanada de pan con mantequilla, que todavía me sabe a gloria. Gracias, señora. Gracias, mamá. Gracias, amigo, por el agasajo culinario (imagen de una mujer elaborando mantequilla, en el París de 1499; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2007). ¡Ahí va el niño perdío! Sitio visitado el 25/10/2008.