Autor: Manuel (Málaga, España). (Editado originalmente en mayo de 2006, en el post "Hijos de papá"). Duplicado por error. He leído en el suplemento Negocios dominical, 14 de mayo de 2006, de un diario local un reportaje sobre la empresa familiar, con un artículo acerca de la perpetuidad de este perfil empresarial y la afluencia de “hijos de” en las escuelas de negocio, así como los programas específicos de alguna de ellas sobre esta cuestión.
En mi vida profesional he tenido dos experiencias de gestión en este tipo de organizaciones: en un grupo empresarial del sector de la distribución (con una facturación anual cercana a los 100 millones de euros, 1991-1993) y en un grupo constructor y promotor (con una facturación anual que rondaba los 42 millones de euros, 2004-2005).
He aprendido mucho en esos dos estilos y costumbres directivas. En la primera organización, cuatro de “los hijos de” trabajaban en la empresa, uno de ellos bajo mi responsabilidad; en la segunda “el hermano de” dependía colateralmente, dentro del proceso de reestructuración que pretendía implantar. He procurado percibir siempre al profesional, su realidad actualidad, su potencialidad y su encaje en la cultura empresarial del negocio, pero sin dejar a un lado su situación personal o, en este caso, familiar.
¿Qué es una empresa familiar? Coincido con aquellas corrientes de pensamiento que van en la dirección de que es un asunto de participación en la empresa, ejerciendo el control en la gestión, con unos determinados valores y cultura empresarial y con perspectivas de continuidad en las generaciones futuras de la familia. Dice el redactor de la crónica periodística que en nuestro país el 65% del total de empresas son familiares y que el 25% de las empresas más grandes del país son familiares. Sí, un porcentaje altísimo de nuestro tejido empresarial son pequeños negocios, luego los datos van en sintonía.
Ahora bien, lo que no estoy totalmente de acuerdo es que se coloque la teoría y la docencia específica, en torno a la idea de empresa familiar como sistema económico, en un lugar cardinal o preferente en la microeconomía y en la propia sociedad. Tiene su importancia, pero no más que otros contextos de gestión empresarial. Cierto que existen unas situaciones comunes, fundamentalmente convivencia de la familia en el negocio, profesionalización de la gestión y problemática de la sucesión; pero pregunto: ¿no existen dificultades en la convivencia igual o más graves en el resto de las empresas? ¿y problemas con la formación, el reciclaje y la cualificación profesional? ¿cuántos ineptos pensamos se encuentran al frente de verdaderos emporios mercantiles, económicos y sociales?
Me atrevería a afirmar en este foro que un porcentaje altísimo (por no decir 100% ) de los problemas que se le adjudican a la empresa familiar son inconvenientes de todos los negocios. Todavía en la empresa en general existen problemas de comunicación, transposición de papeles directivos, resistencia a la formación y al reciclaje, desconfianza en la delegación de funciones, celos, enfoques distintos de dirección, dificultad para separar la vida profesional de la familiar, etc.
En cuanto a la temida máxima de que sólo el 15% de las empresas familiares llega a la tercera generación, lamentablemente no puedo ahora comparar este dato con el porcentaje del total de empresas y el porcentaje de las empresas que se cataloguen como no familiares, pero no me resisto a expresar la corazonada de que puedo llevarme una sorpresa, en el sentido del trágico final de muchísimas empresas, sean o no catalogadas “familiares” (datos del Registro Mercantil –RM- y de Hacienda para aquellos negocios no obligados a inscribirse en el RM). Estimo que en todas las empresas con idea de pervivencia en el futuro (que el negocio supere al equipo que lo creó ), deben diseñar la sucesión de sus líderes formales (y, también los informales), de sus equipos troncales, incluso de sus asesores externos (más de un caso me consta de empresas abocadas al cierre por el desgaje de varios profesionales externos).
Por eso pienso que las escuelas de negocios (y las universidades privadas de management) siempre han estado llenas de “hijos de” todo tipo de familias y que inculcar habilidades y crear valores interesa a todos, sean o no hijos de sus padres empresarios. Un amigo, profesor reconocido en una escuela de negocios del norte de España, me dijo hace unos años que lo de la “empresa familiar” es una buena idea de marketing para dichos negocios de formación (también me dijo para las organizaciones empresariales) y que en todas las empresas de educación privada, regladas y no regladas, hay muchos “hijos de”, tengan o no programas o cátedras específicas. Sí me consta que algunas disponen de módulos específicos en cada uno de los master o cursos de especialización, por ejemplo, si yo, “hijo de mi padre y de mi madre” voy a realizar un master en Gestión de Empresas Inmobiliarias, en el programa me incorporan un módulo sobre la empresa familiar (sucesión, convivencia, etc.). Saludos.