viernes, 16 de enero de 2009

Del lugar

Fuente de la imagen: RitaE en pixabay
Camino de casa, recordé una conversación que, por la mañana, habían mantenido en la cafetería dos personas, acerca de la necesidad de promover, en la actual situación de crisis, el consumo de productos confeccionados, elaborados o cultivados en nuestro ámbito local de actuación.

No me pareció mala idea, pero debería ser una costumbre perenne, con independencia de que estemos en vacas gordas o flacas, al menos en Málaga, ya que, en algunos sectores, como por ejemplo el del vino, parece que a las instituciones públicas y a ciertas privadas, les da vergüenza exigir caldos del lugar, sea tinto, blanco, seco o dulce, en los catering que contratan para sus numerosos eventos. 

En el verano pasado, escribía Elizabeth Spiers en Fast Company, Benefits of Buying "Local"?, que los presuntos beneficios de adquirir artículos y servicios locales son ciertamente simples: descarta la necesidad de intermediarios, introduce más capital en la economía local, reduce los gastos de transporte, sortea la catástrofe del medio ambiente y economiza el consumo de energía utilizado para itinerarios largos. 

Dice Spiers, que el reto para el consumidor socialmente consecuente es establecer, en el momento de la compra, si el producto o servicio en verdad es local. Añadiría, además, verificar la relación calidad-precio, porque, probablemente, te llevarás sorpresa.

Así que, representante de institución, toma buena nota, que predicas una cosa y propicias otra. Buen fin de semana (imagen de un tomate entero y distintas mitades; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: RitaE en pixabay.