viernes, 11 de julio de 2025

El Vino en la Nube: Enoturismo y Transformación

Fuente de la imagen: Enoturismo Inteligente: Conexión y Crecimiento. Sitio vinopost (M. Velasco, 2024)
Interesante la tarde, participando en la mesa redonda sobre inteligencia enoturística, gracias a la invitación de Antonio, oportunidad fantástica para compartir ideas y debatir sobre un tema que me apasiona. Si eres follower de vinopost, te confieso que mis intervenciones giraron en torno al contenido de un artículo que redacté hace unos meses (M. Velasco, 2024)[1], motivo de la convocatoria y que aborda precisamente la Inteligencia Enoturística, el Dinamismo Económico y las Perspectivas Futuras del sector. La discusión fue muy fluida, surgiendo preguntas pertinentes que me permitieron profundizar en los puntos clave de mi investigación. Comencé explicando que el enoturismo ha dejado de ser una actividad meramente complementaria para convertirse en un verdadero motor económico y cultural. Pero lo más emocionante es cómo la digitalización y la innovación tecnológica lo están transformando hacia lo que yo llamo "Enoturismo tecnificado" o "Gestión inteligente del enoturismo". No es solo visitar una institución vitivinícola, es optimizar cada interacción, cada proceso, para ofrecer una experiencia inolvidable y, al mismo tiempo, asegurar la sostenibilidad del negocio y de la comarca. Uno de los participantes, experto en marketing, me preguntó: "Manuel, has hablado de digitalización e innovación. ¿Podrías darnos ejemplos más concretos de cómo las bodegas están aplicando esto en la práctica para mejorar la experiencia del visitante?". Le respondí que la digitalización es el primer pilar. Hoy en día, la presencia online es obligatoria. Las bodegas venden vino, pero también comercializan experiencias y para eso la web y las plataformas de reserva son fundamentales, puesto que ermiten a los visitantes planificar su visita, conocer los tipos de tours, los servicios adicionales (hoteles, restaurantes, museos) y, por supuesto, comprar vino directamente. Esto elimina intermediarios y genera liquidez inmediata, algo vital. Pero la estrategia no se queda ahí. Las redes sociales son un canal de comunicación bidireccional increíble para promocionar y crear una verdadera comunidad de marca. 

Los visitantes comparten sus experiencias (el recurrido e-wom o boca a boca digital), y Wow! eso es oro puro. Instagram, Facebook, YouTube, Tik Tok, Pinterest... son escaparates y foros de debate al mismo tiempo. Y luego están las tecnologías inmersivas, que son el siguiente nivel de la inteligencia enoturística. Hablamos de la Realidad Virtual (RV) y la Realidad Aumentada (RA). Puse ejemplos como Bodegas Ramón Bilbao, que usa oculus rift para explorar el proceso de elaboración del vino, o Bodegas Gandía, que ofrece experiencias de RV en Ámsterdam para atraer futuros clientes. ¡Incluso Brancott Estate en Nueva Zelanda tiene dispositivos de RV que liberan aromas de uvas y frutas! lo que permite a la bodega "acercarse" al cliente antes de la visita, enriquecerla durante la misma y mantener la conexión después. Pero aquí no queda la acción, estas experiencias virtuales también tienen un potencial enorme para reducir la huella ecológica, al ofrecer alternativas a los viajes físicos, contribuyendo a la sostenibilidad. Otro participante, economista, me interpeló: "Manuel, todo esto suena muy bien, pero ¿cuál es el impacto económico real de esta 'Inteligencia Enoturística'? ¿Cómo se traduce en números para las bodegas y las regiones?". Le expliqué que el impacto económico es muy significativo. El enoturismo, potenciado por la digitalización, se convierte en un contrafuerte básico para la diversificación de ingresos de las bodegas, que ya no dependen solo de la venta de vino en canales tradicionales. Al vender directamente y ofrecer experiencias, pueden fijar precios más competitivos, asegurar liquidez y generar ventas incrementales y cruzadas (por ejemplo, vender productos gourmet o estancias). Además, no podemos olvidar su rol en el desarrollo rural. El enoturismo es un antídoto contra la despoblación. Genera empleo local (guías, restauradores, personal de hotel), fomenta la estabilidad laboral y enriquece la oferta cultural y de ocio en zonas que, de otro modo, podrían languidecer. Esto es sostenibilidad social en estado puro. 

Desde el punto de vista medioambiental, las bodegas con una fuerte orientación enoturística y digital suelen ser más proactivas en la gestión sostenible de sus recursos. Pensemos en planes de gestión de residuos, ahorro energético con placas solares, o políticas de mínimo desperdicio en sus restaurantes. La colaboración con empresas locales para reducir el transporte también es un ejemplo. La digitalización facilita la monitorización y optimización de estos procesos, lo que se traduce en una menor huella ecológica y, a menudo, en ahorros de costes a largo plazo. Una innovadora tecnológica me preguntó: "Mirando hacia el futuro, Manuel, ¿Qué otras tecnologías crees que van a ser clave para seguir impulsando esta inteligencia enoturística? ¿Hablamos ya de Inteligencia Artificial?". Le respondí que, ¡absolutamente! El futuro es apasionante. La Inteligencia Artificial (IA) tiene un potencial inmenso para personalizar aún más la experiencia del visitante, desde recomendaciones de vinos basadas en sus preferencias hasta la optimización de rutas turísticas. También puede optimizar los procesos internos de las bodegas, desde la producción hasta la logística. Y sí, los entornos virtuales y tridimensionales, persistentes e interactivos son otra frontera. Imaginen tours virtuales y degustaciones en entornos digitales inmersivos que permitan a personas de cualquier parte del mundo "visitar" una bodega, aprender sobre sus vinos y quizás hasta "degustarlos" sensorialmente a distancia. Esto ampliaría el alcance global del enoturismo de una forma sin precedentes. El reto es hacer que estas tecnologías, que hoy pueden parecer lejanas o costosas, sean accesibles para las pequeñas y medianas bodegas, que son el corazón de nuestro sector. Finalmente, una abogada experta en regulación y cumplimiento normativo me planteó una cuestión muy pertinente: "Manuel, mencionas que la dimensión 'Derecho' no se aborda en las fuentes que utilizaste. Sin embargo, en un ámbito tan digitalizado y con nuevas tecnologías, ¿no crees que el marco legal es básico? ¿Qué implicaciones legales vislumbras para esta 'Inteligencia Enoturística'?". Le agradecí la excelente pregunta, señalando que era un punto que quise destacar precisamente porque es una laguna importante en la literatura que revisé. 

Es cierto, las fuentes consultadas en la revisión bibliográfica de mi tesis doctoral se centraban mucho en el impacto del mercado, el comportamiento del consumidor y un poco acerca del desarrollo comercial, pero dejaban de lado la parte legal, incluso la económica. Y sí, el Derecho es absolutamente decisivo y será cada vez más relevante. Cuando hablamos de digitalización y nuevas tecnologías, surgen inmediatamente cuestiones como la protección de datos y la privacidad, por no hablar de la confidencialidad de la información comercial (¿Cómo se gestionan los datos de los visitantes en entornos virtuales? ¿Qué consentimiento se necesita para el uso de reconocimiento facial o datos biométricos si se implementaran sistemas avanzados?), la propiedad intelectual y contenido digital (¿Quién es el propietario de esos activos digitales?  ¿Cómo se protegen las marcas y las denominaciones de origen en estos nuevos espacios?), los contratos y consumo en entornos virtuales (¿Cómo se regulan las transacciones de vino o experiencias enoturísticas en estos nuevos modelos organizativos? ¿Qué derechos tiene el consumidor en una "degustación virtual"?), la ciberseguridad (la digitalización aumenta la exposición a ciberataques. ¿Qué obligaciones tienen las bodegas para proteger sus sistemas y los datos de sus clientes?) y la regulación de la IA (a medida que estas tecnologías avancen, los legisladores tendrán que crear marcos específicos que aborden su uso ético, su impacto en el empleo y la competencia, y la responsabilidad legal por sus acciones). Así que sí, aunque mi artículo se basó en las fuentes disponibles que no profundizaban en ello, desde mi experiencia profesional, la dimensión legal es un pilar fundamental para el desarrollo seguro y sostenible de la inteligencia enoturística. Es un área madura para la investigación futura y para la acción regulatoria. Así transcurrió la tarde, con un debate muy enriquecedor. Fue un placer compartir estas ideas y, sobre todo, ver el interés en cómo la tecnología puede transformar un sector tan tradicional y cultural como el enoturismo, siempre con la mirada puesta en la sostenibilidad y el dinamismo económico. Fuente de la información: transcurso de la mesa redonda y “Enoturismo Inteligente: Conexión y Crecimiento” (M. Velasco, 2024).
_________________
[1] Velasco-Carretero, Manuel (2024). Enoturismo Inteligente: Conexión y Crecimiento. Sitio vinopost. Visitado el 11/07/2025.