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Fuente de la imagen: Continuidad y Renovación para el Turismo de Málaga (M. Velasco, 2025) |
La mañana previa a la toma de posesión, el despacho del Decanato de la Facultad de Turismo de la Universidad de Málaga era un santuario en penumbra, apenas iluminado por la luz tenue que se colaba entre las persianas. Allí, en un ambiente casi místico, se encontraban Antonio, el decano saliente, y su sucesor, también llamado Antonio, curiosa coincidencia que, para algunos, solo reafirmaba la meticulosidad del decano que se marchaba y del que entraba. El aire de solemnidad se palpaba mientras el decano saliente, con un gesto cargado de misterio, abrió uno de los cajoncitos de su desvencijada mesa. De su interior extrajo un pequeño cofre de madera, de aspecto antiguo, que se abría con una clave numérica. Este cofre, según la tradición, guardaba el secreto mejor custodiado del éxito de la Facultad de Turismo, un conjuro de sabiduría ancestral transmitido por los gurús del turismo de Málaga desde hacía décadas, después del cisma, puesto que el "secreto" del éxito de la Facultad de Turismo no fue una revelación espontánea, sino el resultado de una profunda crisis y una visión estratégica. Y es que a finales del siglo pasado, la Costa del Sol, enfrentada al agotamiento de un modelo turístico masivo y a la emergente competencia internacional, se vio forzada a reinventarse. En ese contexto de incertidumbre y de imperiosa necesidad de diversificación y calidad, surgió la convicción de que el futuro del turismo no dependería solo de sol y playa, sino de la excelencia en la gestión y el servicio, cimentada en profesionales altamente cualificados y empáticos. Fue entonces cuando visionarios, entre ellos Antonio, reconociendo que el motor de la industria eran y serían siempre las interacciones humanas, conjuraron esta máxima: "Lo primero son las personas, luego lo demás", sentando las bases de una formación que priorizaba el factor humano como pilar irrenunciable para la recuperación y el auge sostenido del destino.
Del cofre, Antonio, “el saliente”, extrajo un pergamino enrollado y lo entregó a su homónimo, decano entrante. – Antonio - dijo con voz grave, parafraseando la icónica sentencia de Sheldon Cooper a Penny, - lo que te entrego es un inmenso poder y, como tal, conlleva una gran responsabilidad -. Antonio, “el entrante”, con manos que delataban la emoción, se colocó un monóculo que no necesitaba, tomándolo de la cansada mesa del decanato y, con voz apenas audible, leyó el ancestral secreto: - Lo primero en esta facultad son las personas, luego lo demás -. En ese instante preciso y sin que el decano saliente lo advirtiera, un movimiento involuntario activó el micrófono del sonido ambiente del despacho. Ese mismo micrófono que cada día, a primerísima hora, transmitía a los pasillos la tararea de la canción de moda con la que se daba la bienvenida al alumnado. Y así, nosotros, los "madrugadores forzosos" que llegamos una hora antes de la clase para tomar el primer café y luego luchar con el sistema informático de acreditación (¡ojalá fuera tan fácil como la huella digital o el iris!), fuimos testigos de la revelación. El "secreto" del éxito de la Facultad de Turismo se había desvelado. Bromas aparte, y rogando clemencia al decano saliente y al entrante por utilizarlos en la entradilla de ficción, para quienes hemos vivido la Facultad desde dentro, este "secreto" no es una novedad, sino una verdad palpable que se respira en cada rincón, aunque pocas veces se verbalice de forma tan directa. La hipotética anécdota del decano saliente y su "poderoso" pergamino, lejos de ser un mero folclore, encapsula la filosofía que verdaderamente ha impulsado el ascenso y la reputación de la Facultad de Turismo de la Universidad de Málaga. El auténtico motor de esta magnífica institución no reside en sus infraestructuras, por modernas que sean y vayan a ser, ni en los sofisticados planes de estudio, por innovadores que se presenten.
En mi opinión, su éxito tangible se cimenta en la inquebrantable convicción de que todo gira en torno a las personas. Desde el personal de conserjería, cuyo saludo diario humaniza el inicio de la jornada, hasta el más prestigioso docente que comparte su conocimiento, pasando por el Personal de Administración y Servicios que agiliza trámites, cada individuo contribuye a crear una atmósfera de apoyo, crecimiento y pertenencia. Y, como no podía ser de otra forma, en el centro de este engranaje humano se encuentra el alumnado. Sí, la Facultad de Turismo forma profesionales, pero, también, forma a personas. La dedicación del profesorado, que va más allá de la mera transmisión de contenidos para convertirse en guía y mentor, la atención a sus inquietudes, la adaptabilidad para entender sus realidades y el fomento de una participación activa, son el reflejo de que el "secreto" del pergamino es una directriz de acción diaria. Se invierte en su desarrollo integral, se les escucha y se les empodera, porque se entiende que son el capital humano más valioso y el futuro del sector turístico. Esa mañana en penumbra, el "secreto" se reveló al nuevo decano y a unos cuantos testigos fortuitos. Fue una reafirmación pública de lo que muchos ya intuíamos: el verdadero poder de la Facultad de Turismo de Málaga no reside en documentos ocultos ni en fórmulas mágicas, sino en la valoración intrínseca de cada individuo que la conforma y en la convicción de que, al priorizar a las personas, el éxito, en todas sus dimensiones, es una consecuencia inevitable. Gracias, Antonio y Antonio y, reitero y ruego, clemencia por la parábola. Mi respeto siempre. Texto dedicado a toda la comunidad universitaria en torno a la Facultad de Turismo de la Universidad de Málaga y, en especial, al alumnado pasado, presente y futuro. Fuente de la imagen: toma de posesión del nuevo Ilmo. Sr. Decano; mvc.